Composición gráfica realizada por Jane Muller: Owen, Jane y Nila, Nila y Jane.
Mayo. Mes de contrastes, de inmensas alegrías y terribles tristezas. De hechos imprevistos jamás esperados; de acontecimientos angustiosamente esperados. De dolor y de alegría. De adioses y bienvenidas.
Hoy, Mayo 7 de 2020, hacen cuatro años del hecho fatal que llevaría a la desaparición física de un hombre joven, casi un niño, lleno de vida, alegría, espontaneidad, amor, bondad y cuantas virtudes puedan acompañar a un maravilloso Ser Humano. Su nombre, Owen. Apenas 20 años de edad, los que vivió intensamente para alegría y orgullo de su familia, de sus amigos y conocidos. Tanto, que será imposible olvidar todos y cada uno de sus días. Tanto, que jamás podrá ser reemplazado por nada ni por nadie.
Owen Muller.
Mayo 13 de 2016, la familia es notificada de lo peor que podían esperar: muerte cerebral; habría que desconectarlo de las máquinas que lo mentenían con vida artificial.
Le recordaron a su madre, Jane, que él era donador de órganos voluntario y tenían que actuar de inmediato. El honor de Owen y su familia debió respetarse y ella dió su aprobación en un momento desgarrador inenarrable.
Ese bello y buen espíritu se elevó hacia el Infinito, al Cosmos, con la promesa de no olvidar nunca a los suyos, mientras su cuerpo físico entregaba generosamente sus órganos para renovar la vida de otras personas.
Mayo 14 de 2016, Sábado, 00 horas, Nila Murillo-Argudo era preparada para un trasplante de hígado que salvaría su vida casi extinguida entonces. En una cirugía sumamente complicada y de alto riesgo, Nila recibía el hígado de Owen que le daría una nueva oportunidad de vida. A las 06 horas era trasladada a Cuidados Intensivos tras seis horas de intensa labor del equipo de Trasplantes del Mount Saint Hospital de New York, cumplida con éxito absoluto.
Nila Murillo.
De allí lo difícil de Mayo; lo trágico y lo maravilloso.
New York, Mayo 7 de 2020
Ivan.
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